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Mostrando entradas de octubre, 2014

Trinchera

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Se oye el rumor lejano de la vida, carretera que une la flor con el negro destino. Se h uele a madera de pino, olor a tierra mojada. Nace de cada aliento el resuello de los recuerdos. Aire, agua y viento. El frío se cala en los huesos, aunque ya pasó la navidad y sus inventos. Dicen las malas lenguas que de años atrás, solo hubo muerte. La vida de los muertos errantes, los sin suerte. Aquellos que callaron todo lo que vieron y, sin hablar, todo lo dijeron. Son las almas de cada historia, cada lápida divisada en la serranía. Son las sonrisas arrebatadas por una patria oscura. Miles de vidas truncadas. Se escucha en el silencio atroz cada alcayata, clavada en el alba rosada. Retumk¡mban los fusiles al doblar de las campanas y retrocede, cañón, como asustado, por lo que acaba de hacer. Rememoran ordenes mustias de hombre, de los monstruos del día a día. Conviven dos bandos, incapaces de verse; incapaces de querer. Se leen octavillas que proclaman falsas victorias y largas mentir...

Sopa fría

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A veces es importante alejarse, buscar nuevas perspectivas, como el reflejo que te ofrece ese viejo flexo de metal que descansa sobre tu mesa. A veces hay que dejarse la piel, porque este momento deja de ser momento en el efímero instante en el que lo nombramos. La vida es un vaivén de emociones. Y tú eres la que más me preocupa. No sé si por tus claros ojos o por los escalofríos que me recorren al saborearte de nuevo. Que ya no hay mañanas tristes, ni noches apuradas, ahora todo es claro con tintes oscuros. Oscuridad teñida de brillantes surcos. Y donde ayer no había nada, hoy estás tú. Y dónde estás tú, todo se reduce a la más mínima nada, porque nada importa, porque todo tiene insignificante valor. Ese es el momento en el que nombramos al Amor. Tras esa eterna parada viene nuestra perdición. Perdemos la noción del tiempo, los gritos hacen más daño, las heridas no cesan de sangrar... las rosas se vuelven a secar. Ya no sabemos que está bien, qué está mal, porque, aunque nunca lo ...

Soneto de amor

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Voy a escribirte mi particular soneto de amor, algo que te llegue al alma, que te inunde la razón. Una sonrisa por cada lágrima. Vamos a hacer del mundo un lugar para amar. Donde no importe el vacío que no importe si no se puede palpar. Será etéreo, como el amor que ahora mismo nos une. Será ese escalofrío que te recorre cuando en el cuello te beso, cuando al oído me susurras. Esa caricia suave, de manos frías y corazón ardiente. Esa melodía lenta, que acompasa las horas que pasamos juntos. Un latir en el pecho. Tiemblan los cimientos tiembla el pecho, cuando quiero llorar y no puedo; cuando me haces reír y te prometo. Prometo no fallar, no negar. Porque lo mío es tuyo y tú eres en mi. Eres ese sueño inalcanzable que se tornó visible, que comparte mis tardes. Las mañanas en espera y las noches en vela. Los besos y los "te quiero" nada valen si de ti no salen. Incumplir promesas ha sido tu estilo, pero más vale tarde que nunca, la razón se dio cuenta antes de haber perdi...

Lo esencial es invisible a los ojos

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Oscureció al amanecer, cuando sus ojos azabache se abrieron al mundo. Una mirada fría, un café cansado, pura melancolía. Y ya no hubo más luz. Del negro pasado no quedaba nada, ni rastro, sociedad del 'uno más' que se encargó de borrar toda muestra de insurrección. Y sin embargo, de su garganta emanaba un lento aliento. Silencio de revolución. Silencio porque no se escuchaba nada, porque las voces se alzaban altas y claras pero desde las mentes conscientes. Nunca supo reconocer cual era su sueño, nunca lo tuvo claro, no supo... y la música resbaló entre sus dedos. Pequeñas gotas de rocío surcaron su cara en el último día de su nigérrima vida. Cuando se descubrió no era tarde. Todavía tenía cuerda aquel viejo reloj de pared, viento golpeado por el péndulo de la vida. Cuando se descubrió, sintió frío. Tormenta dentro y fuera de él. Y en el triste horizonte se fue abriendo el último surco de un sueño que jamás había empezado a perseguir. El sueño que buscaba la esencia. E...

Maldita dulzura la nuestra

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Hace un mes mi vida cambió radicalmente.  Dejé de escuchar la lluvia caer dentro de mi, volví a renacer desde las cenizas del ayer... y desperté. Descubrí la pequeña gran sensación de la libertad y joder como engancha. Las horas se hacen cortas, las palabras innecesarias. Es la misma sensación que escuchar a Ludovico al piano y recorrer todos los trazos que por las noches tracé en tu espalda. Cada surco desdibujado por antiguas miradas. Sin embargo,  hay tiempos infelices, absurdos y llenos de negro rencor, en los que , hasta la más bella flor queda derruida por el arcángel de la muerte. Porque tenemos memoria y sentimientos, porque recordamos y olvidamos al antojo de los sueños. Por ello hay una frase que me viene acompañando desde hace ya algunos años. Porque del amor he aprendido mucho y sé muy poco, porque en el fondo siempre suena la misma canción: maldita dulzura la nuestra. Y es que siempre empezamos cerca del final, en los sin sentidos, en el retornar de las peq...