Neones de hojalata
Llueve. Y mañana amanecerá nublado. Y nos dará igual. Llueve, cuatro gotas. Suficientes para desprender aroma a tierra mojada. Neones de hojalata alumbran desde las alturas, y aquí dentro, luz blanca, como la que avisa de que cierran el bar: blanca y barata. Y entre bienes e inmuebles me da por escuchar la sinfonía de mis pies contra mis pies, de tus pulmones al romper la atmósfera de mi cuarto, de tus sueños estallando en esta mente mía. Entre hablares efímeros tengo aún más efímeros ataques epilépticos y diabéticos que me llenan de placer. El placer de saber que fuimos uno y que tal vez, mañana pueda volver a ser.