El camino largo

Hoy he salido a encontrarme por las calles más oscuras, por las más preciosas. Inevitablemente sé que siempre miro a los mismos detalles, que mi mente dibuja patrones inconscientes que vuelven a llevarme de nuevo al mismo camino. Pero yo siempre elijo el camino largo para volver a casa. Hay dos tipos de miedo, el directo, el certero, el que te arrasa con una flecha innegable y te ahoga momentáneamente. Y el otro, el más oscuro, el intangible y a veces tan inconsciente que no soy capaz de controlarlo. Un cosquilleo en los dedos. La necesidad imperante de salir de casa. Unas llamadas. Voy. Un bar. Y la expresión verbalizada de mi inquietud. Espera, tensión. Respuesta, calma. Pero el cuerpo no es tan rápido como la mente, la somatización no viene y se evapora, se deshila lentamente y hay que saber curarla. Asique repito el proceso por la tarde: necesidad de salir de casa, no hay llamadas, salgo a recorrer la vida. Y entre toda esa calma que me da... Pum. Se dispara, un atisbo de l...