Amor a primera vista

Me gustan las cosas imposibles de ver. Todo aquello que solo entre por el sentido abstracto del querer. Es sencillo y complicado, a veces cuanto más tratas de buscarlo, más dificil es comprenderlo.
Solo escucha.

Se necesitan apenas unos milisegundos para generar una sonrisa en mi boca. El mismo tiempo que tarda en caer el mazo de los juicios prejuzgados. Son marcas que hacen cicatriz; imborrables, imparables.
Pues bien, yo soy capaz de evadirme cada milisegundo con solo escuchar un pequeño arranque de voz. De una voz en concreto. De esa voz que trasmite lo que siente hasta murmurando como los gatos.  Y joder que maullidos. Ni los mejores polvos lo alcanzan (o quizá si).
Como el Amor a primera vista de Andrés Suárez, los escalofríos me recorren como cadenas eléctricas, eclécticas; llenas de cenizas de estrella.

Hace meses que no escribía, meses que andaba perdida aunque un poco más feliz. Las recaídas nunca fueron buenas, tampoco supe asumir las pérdidas, las despedidas, las perdidas. Así, entre lamentos del pasado, pasa una vida. Vida plena. Pero soy capaz de afirmar que si hay que sufrir para obtener estas pequeñas recompensas, esos amargos besos negros... seguiré luchando. "De pequeñas heridas de grandes cicatrices".
Porque somos como el humo etéreo que surge de la taza de té que reposa sobre tu mesilla, como las bragas mojadas de la alumna de segunda fila, como la erección que ayer poblaba tu mente cuando crucé el paso. Vuelve. No te vayas, juntemos nuestras tazas. Aún tengo cosas que darte, aún tienes que enseñarme a querer, porque todavía te quiero a ratos. A ratos largos.

Lo esencial es invisible a los ojos.



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