Libre

Hoy me escribo a mi misma, como siempre y como nunca, pero también a ti.

Quiero decirte que te hagas un poco más de caso, que es cierto aquello de "déjalo fluir".
Quiero ver tus soldados rasos en pie, luchando por esos días grises que se escurren de tus manos. Las manos que mataban caricias, las sonrisas que fumaban azúcar. Los años de la infancia reprimidos, los acosos sexuales al vecino del tercero. Joder que guapo.

Quiero que las melodías salgan las noches más bellas, y no siempre las más tristes. Que tú, triste y bella, no seas siempre a última pieza del rompecabezas. Porque te quieren libre, cómo la naturaleza viva de La Chica Metáfora.
Que las tostadas siempre te caigan boca arriba, que siempre empieces con el pie izquierdo los días, que seas la contra de la corriente, con cientos de pájaros en las manos. Alta, que no altiva, de corazón grande, que no avaricioso, de mente abierta y puños cerrados. Lo del dinero mejor lo dejamos, no nos hace demasiada falta, por no hablar de las medallas de cartón. No somos dictadores, somos genocidas de la vida, esperando exprimir al máximo el horizonte, pero nada de jugos de medias naranjas.

Tú. Entera y luchadora. Como naciste, como eres, como has de ser. Y no porque te lo diga yo, sino porque lo escupen a gritos tus ojos. Tus pupilas marrones, casi negras, nada que ver con tu fututro. Vamos, corre, no te rindas, cuando quieran alcanzarte ya estarás bien alto.

Porque te dieron alas, como a Frida Kahlo y no es cuestión de desaprovecharlas. Te dieron sonrisa, no para comerte el mundo, para cautivarlo. Te dieron pies, para traspasar barreras (que para ti hace tiempo que dejaron de existir pero esa maldita burocracia se empeña en acuñarlas con putas vallas); te dieron manos, para arañar espaldas; te dieron sexo, para gozártelo; te dieron ojos para mirar, no para ver; oídos para escuchar, no para oír; boca para materializar tus silencios en utopías.
A mi también me gustas porque tu boca sabe gritar rebeldía.
Corrijo, nadie te dio nada, todo eso es tuyo, por derecho, por el hecho de ser. Por ser.

Y ahora, sal a la calle, con tus diferencias en la piel o en el alma, en la ropa o en la cara. Sal. Y vuelve sólo cuando te hayas encontrado contigo misma. Azúcar.
Porque la vida te lleva a sitios desconocidos, y el amor, te trae de vuelta a casa sin necesidad de viajar.

Vuelve, como vuelven todos aquellos que merecen la pena; quizá porque jamás llegaron a irse.


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