Hierro lento


Soy mi moño de nada, mi rapada de rastas, mis angustias colgadas.
Mis manos de muerte, mis manos ardientes, mis manos que matan.

Y una enfermedad que me escarnia por fuera, se derrama en mis cuencas, me vacía el alma.

Soy tu pecho enrojecido, tus manos de boxeo que no pegan nunca, tus uñas que matan células todas las horas, tu sangre que brota, tu mierda enlatada. Sesenta euros y las gracias.
Farmacia a farmacia. Caras de pena, miradas de lástima. Ahora una gasa.
 Mañana me quedo en casa. Me avergüenzo. Me muero. Me muero porque no lo entiendes. Porque me arrancas la voz al reírte. Son sandeces.
Ojalá no lo sepas nunca. Ojalá no mueras como yo. Ojalá no tengas que decirte a ti misma todos los días de tu vida que puedes renacer una vez más. La pastilla de las ocho y media. Placas de cerámica untadas en piel.
Ojalá ser hierro y no mariposa. 


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