Donde nadie me encuentre
Por primera vez en diez años, ayer cambié el deseo con el que apagar un fuego. Lo cual, inevitablemente, me lleva a dos reflexiones.
La primera de ellas es que mis prioridades han cambiado, que puede que me sienta más fuerte que nunca. Contenta, entera, firme, despierta, soñadora, libre y orgullosa. Que hay una etapa de mi vida que estoy a punto de superar.
La segunda, que mi prioridad ahora es compartir una vida, que no completar. Y para ello quiero perderme en los desiertos de agua, en tus gélidas montañas, en tus atardeceres taciturnos, en tu melancólica mirada. En el gesto de mi cara recordando la curvatura de tu espalda, en el gesto de tus manos ondeando bandera blanca.
Quiero perderme muy cerca de aquí, donde nadie me encuentre. Donde no exista el tiempo ni la prisa. Donde siempre es otoño.
Allí donde jamás deje de sentir el alma del mundo.
La primera de ellas es que mis prioridades han cambiado, que puede que me sienta más fuerte que nunca. Contenta, entera, firme, despierta, soñadora, libre y orgullosa. Que hay una etapa de mi vida que estoy a punto de superar.
La segunda, que mi prioridad ahora es compartir una vida, que no completar. Y para ello quiero perderme en los desiertos de agua, en tus gélidas montañas, en tus atardeceres taciturnos, en tu melancólica mirada. En el gesto de mi cara recordando la curvatura de tu espalda, en el gesto de tus manos ondeando bandera blanca.
Quiero perderme muy cerca de aquí, donde nadie me encuentre. Donde no exista el tiempo ni la prisa. Donde siempre es otoño.
Allí donde jamás deje de sentir el alma del mundo.
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