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Mostrando entradas de 2016

Yo te curaré, dijo el pequeño oso

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Hay un ocelote escondido dentro de cada uno. O un felino, o un perro. Hay un animal inconsciente que nos atrapa de vez en cuando. A unos les hace ronronear, a otros les ofrece la agresividad de un ataque. Para algunos es mero simbolismo, para otros reencarnaciones. Ayer mi ocelote se restregaba contra las sábanas rudamente, tratando de apartar los trozos de carbón que golpeaban mi ajetreada mente. Pero no era posible. El mismo pensamiento se arremolinaba una y otra vez cual huracán en las puertas de mi boca. A punto de estallar. Y mi parte consciente diciendo que no, que te relajes, déjalo pasar. Llegó un gato negro, de largo pelo y ágiles ojos a contar cuentos. A intentar hacerme dormir, a intentar hacerme olvidar. Y en el recuerdo de los cuentos, de la infancia inocente, me acordé del que a mi más me gustaba cuando era pequeña: " Yo te curaré, dijo el pequeño oso". Y al recordarlo estallé. Y de repente estaba mojando la almoada con gotitas de sal. Un escalofrío me rec...

La luz

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Ayer estaba viajando, metida en un coche volviendo al que durante 20 años ha sido mi hogar, pero yo ya estaba en casa. Ayer sonaba la música, ayer estábamos celebrando la vida. Porque no iba sola. No podía, ni hubiera querido, no mirar cada centímetro de tu boca sonriéndole a la voz de un cantante que no sabe nada, ni de ti ni de mi, pero que nos describe. No quería perderme el tacto de tus manos frías, a pesar de ser las más cálidas del mundo. Ayer había una perfecta puesta de sol que se divisaba por el retrovisor. Era una luz cálida, amarillenta, como los campos de trigo a cualquier época del año, casi dorada. Y en estéreo, casi como la radio, entró por mis oídos una voz que decía "Que bien te sienta esta luz". Pero lo que me sienta bien no es la luz, eres tú. Y aquí seguimos, redescubriendo los lugares de siempre, para no perder jamás, la bonita costumbre de querer. De quererte bien

Donde nadie me encuentre

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Por primera vez en diez años, ayer cambié el deseo con el que apagar un fuego. Lo cual, inevitablemente, me lleva a dos reflexiones. La primera de ellas es que mis prioridades han cambiado, que puede que me sienta más fuerte que nunca. Contenta, entera, firme, despierta, soñadora, libre y orgullosa. Que hay una etapa de mi vida que estoy a punto de superar. La segunda, que mi prioridad ahora es compartir una vida, que no completar. Y para ello quiero perderme en los desiertos de agua, en tus gélidas montañas, en tus atardeceres taciturnos, en tu melancólica mirada. En el gesto de mi cara recordando la curvatura de tu espalda, en el gesto de tus manos ondeando bandera blanca. Quiero perderme muy cerca de aquí, donde nadie me encuentre . Donde no exista el tiempo ni la prisa. Donde siempre es otoño. Allí donde jamás deje de sentir el alma del mundo.

Pasiones tendidas

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Hay una voz chiquitita y entrecortada en mi pecho. Pequeña, encogida, miedosa. Acojonada. Quiere gritar fuera que no aguanta más. Que quiere que todo a su alrededor muera, que no sea ella quien tenga que renacer cada vez. Que ya no siente los golpes, sólo se desgarra. ¿Y que hace mientras tanto? No puede hablar, no articula palabra, tiene un nudo en la garganta, una bola de pelo imposible de escupir, papel pegado en los zapatos, tijeras en las manos. Pero no hay ningún Eduardo. Siente mariposas en el estómago, no correspondidas. Se siente nerviosa, taciturna, carcomida, negra. Ansiedad. No os asustéis, se siente limpia, pero triste. Muy triste. Se siente capullo incapaz de crecer, y capulla, también. Ella se quiso libre contigo, pero se quiere diferente a tu querer. Por eso está triste. Pero asume que es un riesgo de la libertad, es lo bonito de la vida, el riesgo y el vértigo de las elecciones, propias y ajenas, que bambolean la cuerda de tender. Sigo entera, colga...

Paraíso gris

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Hoy me he levantado y me he sonreído al espejo. He visto una piel clara, un reflejo de vida, una sonrisa amplia. Un dolor apagado, carcomido por la lluvia, erosionado por tu constancia. Hoy espero que también sea el mañana. Me he visto guapa, aunque cansada, contenta y risueña, con un cierto toque melancólico tras volver de vivir una semana en la mejor comuna del mundo: el amplio horizonte que se extiende entre los ojos familiares de un hombre casi desconocido. Ojalá mi paraíso también sea el tuyo.

Breves reflexiones

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Es inevitable que tras tantas expectativas lleguen las decepciones. Tú y tus soldados levantasteis un ejército sobre mi, y clavasteis bandera blanca. Yo no pude mantenerme firme. Ahora soy lo que soy, cuando otros no tienen nada mejor que hacer. Y estoy cansada. Cansada de ansiar esa paz que no llega, cansada de pensar en dormirme entre tu pelo. Cansada de solo esperar y no recibir nada. Podríamos haber hecho una revolución... Que se quedó en suspiro.

Espacios indefinidos

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Tuve un vuelo efímero y descontrolado por las alturas de tu pecho. Como un volcán estallabas cada vez que nos tocábamos, y yo, pequeña inexperta, me creía que eso era lo más parecido al apocalipsis. Luego te quedabas callado, como si con tus tantos años, te vieras incapaz de expresar, solo cuando vas fumado. Joder, vi en tus ojos el brillo verde más bonito jamás visto en unos ojos marrones.  Y en verdad, tal y como vino, se suicidó. Se ahogó en tus silencios contaminados, que no se sabían si acabarían estallando en palabras o simplemente en más silencios ensangrentados. Duelen al espacio. Sinceramente no sé si debí o no debí, no entiendo de deberes impuestos por conciencias desalmadas, atiborradas hasta las trancas de tanta verborrea barata, de dinero en los bolsillos y agujeros en el alma. Y lo peor de todo, es que siempre hay dos versiones de la misma cara, y yo, como siempre, no puedo mantenerme en los extremos, me quemo; al igual que en el centro.  Necesito...

Utopía

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Me dijeron que no saldría de esta, pero aún conservo las fuerzas. Los genocidas de mi mente estallan en gritos de dolor, transforman mi pensamiento, me arañan la visión y la membrana. Empiezo a sangrar. Y a escribir. Como otras tantas veces, como tras otras tantas mentiras. Pero creo que algo está cambiando, o al menos tengo una fe irracional en ello que me hace agarrarme a la vida. Quiero por encima de todo tener una estabilidad emocional, no en el sentido de pareja, y creo que para eso hay que empezar por quererse a una misma. No es fácil. Tú no puedes. Y una mierda. Las cerrazones de tu mente serán los blindados candados rotos de mi libertad. Y cuando vea a Ícaro tendido en el suelo, quemado, ardiente, sonreiré pensando que ese también es mi destino: llegar a lo más alto posible. Y a lo imposible. Utopía es lo irrealizado, no lo irrealizable.

Hierro lento

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Soy mi moño de nada, mi rapada de rastas, mis angustias colgadas. Mis manos de muerte, mis manos ardientes, mis manos que matan. Y una enfermedad que me escarnia por fuera, se derrama en mis cuencas, me vacía el alma. Soy tu pecho enrojecido, tus manos de boxeo que no pegan nunca, tus uñas que matan células todas las horas, tu sangre que brota, tu mierda enlatada. Sesenta euros y las gracias. Farmacia a farmacia. Caras de pena, miradas de lástima. Ahora una gasa.   Mañana me quedo en casa. Me avergüenzo. Me muero. Me muero porque no lo entiendes. Porque me arrancas la voz al reírte. Son sandeces. Ojalá no lo sepas nunca. Ojalá no mueras como yo. Ojalá no tengas que decirte a ti misma todos los días de tu vida que puedes renacer una vez más. La pastilla de las ocho y media. Placas de cerámica untadas en piel. Ojalá ser hierro y no mariposa.