Entradas

Girasoles

Imagen
Ella es inconformista por naturaleza.  Pero también navega sobre el equilibrio del malestar de la incertidumbre. Es una leve sensación que galopa en el pecho,  con un  estruendoso silencio,  arrasando la acequias en calma construidas. Se va haciendo cada vez más ancho, hinchándose con precisión,  anegando todo espacio contenido en mi ser. Y a pesar de haber querido controlarlo... Estallido. Suena a metralla, se estrella el bote sobre el suelo, cristal y proyectil,  se anegan las tuberías, se cierran puertas y ventanas. No hay salida. Caminas lenta hacia la entrada,  temiendo lo que el reflejo del cristal pueda devolverte. Efectivamente, tu cara es un girasol efervescente: llena de pipas que hace unos minutos no existían. Lo peor: que tras tanta cáscara,  la esencia no ha podido crecer más. Lo mejor: que ya nunca más voy a dejar de buscar el sol.

Duelo

Imagen
Me he mirado en el reflejo de un cristal opaco, en un portal cualquiera, y no he visto nada. Me he sumido en la profundidad de unas cuencas vacías, oscuras, baldías. Y he traspasado el reflejo, como si yo ya no fuese materia. He observado a una niña pequeña, insegura, encorvada, triste, escuálida. Su tez era gris. Su aura inexistente. Carecía de energía, no era ser. He tratado de tocarla de lejos, de transmitirle algo de calor... pero no me ha visto. Sé que le va a estallar la cabeza, igual que lo ha hecho el corazón. Se ha roto, desplegando su metralla por todas las partes del cuerpo conocidas. Ha impactado con alevosía y dolor sobre todos aquellos puntos flacos. Flacos como su vientre desde que la ansiedad no le deja comer. Los trozos incustrados van a quedarse ahí. La piel los cubrirá y cuando, años más tarde, lijen la madera para hacer un hermoso cello, el lutier descubrirá que el árbol fue herido, pero sobrevivió. El tiempo probablemente dará una perspectiva hermosa ...

Mentiras piadosas

Imagen
Cinco meses más tarde me puede la imperativa necesidad de volver a escribir algo. Y aún no tengo muy claro el qué. Quizá no sea más que una vulgar mentira. Mentiras piadosas durante todo este tiempo, lo siento de verás no era mi intención. Me habéis visto asomarme a lo alto de la manía casi como si fuera natural, siempre hiperactiva, dentro de una constante. Pero no. Me he asomado tanto al borde, tan cerca de la meta de cruce, que casi no vuelvo. Que triste reconocer eso. Porque implica un contrapulso muy hondo, un pozo que todavía estoy explorando. He ocultado la más oscura verdad, los pulmones más aterciopelados en muerte, las venas más secas, el corazón más ronco, y la vida menos preciada. También la he menospreciado. He visto como nos reafirmábamos, a la vez que me destruían. Y también me he visto destruirme. ¿Y como asumir tanta mierda de golpe? Imposible para mí. Negación, ira y frustración. Sales a la calle, sonríes, aparentas. Alguien te asusta, mínimo, casi imperceptibl...

Error notifique found

Imagen
Tengo la desdichada costumbre de dejarme arrastrar y arrasar por las emociones. Y entendedme, incluso me gusta, no me va mal. Pero es agotador. Me golpea la vida en la cara, mientras el sol me acaricia a través del cristal.  Cada vez que veo el sol me da calor. Hecho objetivo, inexpugnable. Pues ya me gustaría saber hacer lo mismo con los actos de los demás soles que me rodean, pero me pierdo entre expectativas, que sé, que no van a cumplirse. Y vivo en una dicotomía paralela entre lo que el corazón espera y lo que mi mente niega, pa' protegerme con el costado del golpe. Pero nunca acabo de creerla. Asique voy de lado a lado, bamboleada por una pequeña pero constante, firme pero apenas perceptible opresión en el pecho. Y ya es muy pequeñita, pero siempre me acompaña. Y de vez en cuando me ahogo por minutos, me saturo y oscurezco. Pero estoy mucho mejor. Es solo que me gustaría anticipar antes de que llegue, que hay dos momentos en el año en los que no me encuentro en el s...

El camino largo

Imagen
Hoy he salido a encontrarme por las calles más oscuras, por las más preciosas. Inevitablemente sé que siempre miro a los mismos detalles, que mi mente dibuja patrones inconscientes que vuelven a llevarme de nuevo al mismo camino. Pero yo siempre elijo el camino largo para volver a casa. Hay dos tipos de miedo, el directo, el certero, el que te arrasa con una flecha innegable y te ahoga momentáneamente. Y el otro, el más oscuro, el intangible y a veces tan inconsciente que no soy capaz de controlarlo. Un cosquilleo en los dedos. La necesidad imperante de salir de casa. Unas llamadas. Voy. Un bar. Y la expresión verbalizada de mi inquietud. Espera, tensión. Respuesta, calma. Pero el cuerpo no es tan rápido como la mente, la somatización no viene y se evapora, se deshila lentamente y hay que saber curarla. Asique repito el proceso por la tarde: necesidad de salir de casa, no hay llamadas, salgo a recorrer la vida. Y entre toda esa calma que me da... Pum. Se dispara, un atisbo de l...

Para cagarme en ti

Imagen
Justo iba a escribir para cagarme en todo. Más bien en ti, en el daño que me traías a la mente. En el que me hiciste. En el momento de vacío y perdición que sentí. Y no sabes lo maravilloso que ha sido, ponerme delante del papel y no tener nada que decir. Y digas lo que digas, no te olvidaré, pero tampoco voy a recordarte. He respirado tan tranquila, tan profundo, tan bien. No queda nada de aquella ansiedad oscura y carcomida. No queda nada de ti. Y por supuesto no queda nada de aquel yo, solo la esencia. Y el aprendizaje. He aprendido a vivir y sentir la dulzura. Ya no hay más sombras malditas. Bendita dulzura la nuestra. La de ahora. La de las mujeres enraizadas en una sola piel.

Yo te curaré, dijo el pequeño oso

Imagen
Hay un ocelote escondido dentro de cada uno. O un felino, o un perro. Hay un animal inconsciente que nos atrapa de vez en cuando. A unos les hace ronronear, a otros les ofrece la agresividad de un ataque. Para algunos es mero simbolismo, para otros reencarnaciones. Ayer mi ocelote se restregaba contra las sábanas rudamente, tratando de apartar los trozos de carbón que golpeaban mi ajetreada mente. Pero no era posible. El mismo pensamiento se arremolinaba una y otra vez cual huracán en las puertas de mi boca. A punto de estallar. Y mi parte consciente diciendo que no, que te relajes, déjalo pasar. Llegó un gato negro, de largo pelo y ágiles ojos a contar cuentos. A intentar hacerme dormir, a intentar hacerme olvidar. Y en el recuerdo de los cuentos, de la infancia inocente, me acordé del que a mi más me gustaba cuando era pequeña: " Yo te curaré, dijo el pequeño oso". Y al recordarlo estallé. Y de repente estaba mojando la almoada con gotitas de sal. Un escalofrío me rec...